El milagro de Vargas (Puente Viesgo), Cantabria

Categoría: Investigaciones



Entre 1503 y 1599 la Peste asolo la península ibérica y cubrió casi toda Cantabria dejando miles de muertos a su paso y el pánico en las calles, pero un pequeño pueblo de Cantabria sobrevivió esta pandemia gracias a un milagro que se sigue rememorando a día de hoy en dicho pueblo.
Se desconoce el año exacto de dicho milagro, pero no su día: el 20 de Enero, que coincide con el día de San Sebastian, y es que ese día un mendigo paso por el pueblo pidiendo alimento, al contrario de lo que había vivido en el resto de pueblos, donde no le abrían puertas ni era atendido, los vecinos de Vargas le atendieron como a uno mas, dándole alimento y trato familiar.

El mendigo impresionado por tanta bondad y humanidad despidiéndose de los vecinos les prometió rezar por todos para que San Sebastian no permitiera la entrada de la Peste a su pueblo.
Milagrosamente Vargas fue el único pueblo de la región que no sufrió el azote de la enfermedad, pasando inmune esos casi 100 años de desolación.

Los vecinos de Vargas en conmemoración de tan asombroso milagro, en recuerdo, homenaje y agradecimiento a aquel hombre, hicieron la solemne promesa de que cada año, el día de San Sebastián, se celebraría una fiesta en la que darían de comer a cuantos mendigos, pobres y personas acudiesen a la localidad, comprometiéndose todos los vecinos a colaborar con los frutos del campo y de su trabajo en la elaboración del cocido.

Tradición que a día de hoy se sigue manteniendo bajo el nombre de "La Perola de Vargas", inicialmente pedían a los comensales que traigan plato y cubiertos para poder comer el cocido que preparaban, y mas actualmente usando el pabellón deportivo local, instalan mesas con bebida, platos y cubiertos, no solo sirviendo cocido, sino haciendo un menú completo con postre y café incluidos.
Tradición que ha sido declarada Fiesta de interés turístico regional

San Sebastián fue por excelencia el santo más invocado para que protegiera a los pueblos de epidemias, especialmente de la peste. El culto a San Sebastián como protector contra la peste data de muy antiguo. En el año 680, la ciudad de Roma estaba infectada de esta epidemia y los ciudadanos construyeron un altar con la imagen del santo en la Basílica de San Pedro. La gente fue a invocarle y, según se dice, la peste cesó de inmediato. Este hecho se divulgó rápidamente por todo el mundo y desde entonces fue invocado en todas partes.

Fue a partir de este momento cuando ciudades tan importantes como Milán (1575) y Lisboa (1599) recibieron la ayuda del santo. A lo largo y ancho de toda España son innumerables las ermitas y capillas dedicadas en su honor, y muchos templos parroquiales tienen una imagen o un altar de San Sebastián. Es por ello que durante los siglos XV al XVII fuera habitual que muchas poblaciones afectadas por la peste en España se ampararan a San Sebastián y realizaran un Voto (promesa) si el santo los liberaba de dicha epidemia. Es este motivo el que explica que el día de San Sebastián (20 enero) todavía se celebren en muchas localidades oficios religiosos para agradecer al santo su intercesión ante Dios.
A finales de la Alta Edad Media y comienzos de la Edad Moderna vienen avalados por la intensidad con que se dio la enfermedad de la peste en Cantabria en ese momento histórico. Así, se constatan la existencia de pestes en la ciudad de Santander en 1503, en la villa de Laredo en los años 1514-1519, en los pueblos de Herrera y Muriedas en 1529, la de Santander de 1574 y, por último, la gran peste de 1599 que, originada en Santander, se extendió por toda la región a través de mercancías y ropas traídas en barcos procedentes de Flandes.
Los documentos escritos más antiguos que conocemos con referencia a la fiesta se conservan en el Archivo Diocesano de Santillana del Mar, y pertenecen a la primera mitad del siglo XVIII. Estos escritos señalan que el 20 de enero se celebraba en Vargas San Sebastián, y existía"en dicho día la obligación de cada vecino de llevar a los pobres que acuden a la Iglesia olla y pan y asiste la Junta y el Párroco al repartimiento a dichos pobres". Parece que en 1788 hubo reticencias por parte de las autoridades eclesiásticas para dejar llevar a los vecinos la comida para los pobres, y es por ello que los vecinos solicitaron que no fuera retirada esta costumbre.

El día de la fiesta se iniciaba con una misa y se sacaba al Santo en procesión. Posteriormente, en el portal de la iglesia comenzaban a prepararse las perolas donde se iba a depositar la comida. Al toque de las campanas, los vecinos comenzaban a acercar las comidas, preparadas en sus cocinas a base de cocidos de legumbres (alubias principalmente), embutidos y patatas, aunque también había quien aportaba el pan, el vino o alguna limosna. Una vez finalizada la recogida de las comidas, los pobres y mendigos que iban llegando se sentaban en el suelo alrededor de la iglesia, repartiéndoseles la comida en los utensilios que ellos mismos traían.

Igualmente, la celebración de La Perola cuenta con un alto contenido democrático, la noche antes de la fiesta, convocados por la Junta Vecinal y bajo la dirección de su Presidente, se reunían todos los vecinos en concejo público, tratándose en el mismo los asuntos más importantes para el pueblo. Se comenzaba repartiendo pan y vino a los asistentes, después se leían las cuentas, se subastaban los bienes que tenía el pueblo, como prados o arboledas, y se concursaba la limpieza de las cunetas de las carreteras. También se nombraban los mayordomos para la limpieza de las iglesias durante el año, siendo para la parroquia un vecino y para la ermita del Ángel, el vecino que fuese el último casado durante el año recién finalizado. Los nombramientos del campanero y del encargado de realizar los avisos de la Junta también se llevaban a cabo durante este concejo.

En la actualidad la Junta Vecinal también convoca un concejo público la noche antes de la fiesta, presentando a lo largo del mismo las cuentas del pueblo, valorando las actuaciones realizadas y anunciado las futuras. Del mismo modo, los representantes de la Junta responden a las propuestas o quejas de los presentes, entablándose un diálogo con la única finalidad de contribuir a la mejora del pueblo. El Alcalde de Puente Viesgo también acude a este concejo para aclarar cualquier tema para el que sea requerido por los asistentes.

En los últimos años, aunque no se ha perdido la tradición, la fiesta ha ido transformándose y adaptándose a los tiempos la ausencia de mendigos y pobres ha supuesto que los vecinos ya dejen de participar activamente en la preparación de las comidas. Ahora la Junta Vecinal encarga un gran cocido en un restaurante para repartirlo entre los asistentes.

El día grande de la fiesta de "La Perola" es el 20 de enero en Vargas, sin embargo, el inicio de las celebraciones comienza la tarde del 19 de enero, cuando a la salida del Colegio, los niños de la localidad reciben un bocadillo y un refresco por parte de los representantes de la Junta Vecinal. Igualmente, la noche del 19, se comparten bocadillos y vino entre los asistentes al Concejo Público, a la finalización del mismo.

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